martes, 25 de abril de 2017

Kirguistán 2017. Esquí de montaña en la Cordillera del Tien Shan. V. Las carreteras...

Las carreteras kirguises, el “ay.ay,ay….”, y reconocimiento de la zona.


Han sido nuestro suplicio y enemigo durante toda la estancia en el país kirguís. Salvo las vías principales que unen Bishkek con el vecino Kazhastan y con la región de Issyk-Kul, el resto son accidentadas vías secundarias, en muchas ocasiones de pobre asfalto o sin él y cubiertas de baches que hacen que los vehículos busquen el mejor sitio para transitar, sin importar si se invade el carril contrario. Una curiosidad de las que nos percatamos cuando vemos el variado parque automovilístico que transita por la capital y vías principales, observamos tantos vehículos con el volante a la izquierda como a la derecha ¡¡¡. También nos damos cuenta de que predominan los vehículos todo terreno y muchos de ellos son de alta gama, que en cualquier ciudad española se asimilarían a clases altas y pudientes.








Todo este variado parque automovilístico convive con verdaderas antiguallas de la época comunista, un sinfín de furgonetas que realizan la labor de transporte público y paran donde se les indica y en las zonas rurales con el medio de transporte por excelencia del país… el caballo.




Abandonamos la capital por la ruta principal que se dirige hacia Karakol, la carretera no está mal en comparación con otras las otras vías que recorren el país. Vamos hacia el este y en sentido paralelo a la cadena montañosa que nos cierra el paso hacia el sur. A la altura de Krashaya Rechka, giramos 90º y tomamos dirección sur, recto hacia las montañas, nos adentramos en un largo valle.




A nuestro alrededor largas y blancas cadenas montañosas de perfiles redondeados, que se van afilando conforme penetramos hacia el interior. El rio nos acompaña todo el trayecto y varias casas de campo diseminadas nos hacen imaginar la ruda vida de esta región en época invernal.








Antes de dirigirnos hacia nuestra dacha, visitamos tres zonas en las que nos moveremos los próximos días. En alguna de ellas se asientan pequeñas y básicas estaciones de esquí que ocupan los comienzos de algunos valles y aquí terminan las vías de comunicación. A partir de estos lugares hacia arriba, comienza el reino de las montañas
Esto nos ocupa el resto de la mañana y casi toda la tarde, las más de 48 horas de viaje que llevamos algunos y las cinco horas de diferencia horaria con España comienzan a pasar factura. Pero la belleza del paisaje y sus blancas laderas y crestas nos hacen soñar con buenos recorridos de esquí de montaña. En uno de estos lugares testamos por primera vez la comida típica del país y su cerveza. Con el estómago lleno las cosas se ven diferente y aun nos atrevemos a visitar otro lugar, a pesar de que para llegar a él, Johannes tiene que hacer gala de sus dotes de está perfectamente “aclimatado” al modo de conducir kirguistaní. Aunque eso no le exime dejar su furgoneta “clavada” en una curva, con nieve hasta el eje. Menos mal que Ricard con su potente todo terreno viene detrás nuestro logra sacar el vehículo remolcándolo. Parece un “déjà vu” del año pasado en Noruega….
Por hoy basta, ya tenemos bastantes deberes para los próximos días, enfilamos la pista hacia nuestro lugar de alojamiento.






Ya en la carretera del valle principal, Aleix gira hacia la izquierda y enfila una estrecha pista cubierta por la nieve que en pronunciada bajada rebasa una verja al lado de una casa de campo. Cien metros más allá se perfila la dacha donde nos alojaremos. La nieve cubre todo el lugar y en medio de este desolado paraje una casa, un cobertizo que hace la función de baño y aseo exterior y lo que se puede apreciar de una jardín o zona de recreo, que ahora asoma por encima del blanco elemento.




Descargamos el material y el equipo y nos distribuimos por las dos plantas y las tres habitaciones ocupadas por literas que tiene la casa. Una cocina-comedor-salon de estar, una ducha-sauna, un porche cerrado donde dejamos los esquís y un W.C. (que no es más que un simple agujero en la tarima, adornado por una tapa) componen en resto de la dacha. Aquí pasaremos los doce días de nuestra estancia en estas heladas tierras.








Después de deshacer los equipos se organiza un briefing con Johannes para dejar listo el programa de los próximos días. También analizamos las meteo que se avecina y decidimos la actividad para mañana.






Acabamos tarde, y la cena pone orden en el maltrecho ritmo que llevamos en las últimas 48 horas. Antonio H se erige “chef “y con ayuda de varios ayudantes organiza y confeccionar nuestra primera cena “casera”. Aunque a partir de mañana, tendremos cocinera que será la encargada de elaborar los menús que se han elegido.






Nos vamos a dormir, mañana a primera hora vendrá a buscaros Aleix, para nuestra primera toma de contacto con las montañas y nieve del Kirguistán.

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