El Ibón de Orná o
Cravelas (Ibón d'Ornat en fabla aragonesa) es un pequeño ibón escondido en la
vertiente norte de Sierra de Bernera, justo debajo de la Brecha de Secús o la
Portaza. Es un lugar muy poco visitado que esconde esta pequeña joya glaciar, al
que el cambio climático y la sequía sufrida este verano lo ha reducido a casi
una charca...
Un lugar solitario
al que se accede por una ruta preciosa y laboriosa, que es la que hemos querido
describir en este post. Esperamos la disfrutéis y os sirva para visitarlo en
alguna ocasión.
Hacía muchos años que no pisaba esta zona. Allá por la década de los 80 fue cuando oí hablar por primera vez de este pequeño ibón perdido entre los canchales de la vertiente norte de Sierra de Bernera.
Con posterioridad visité la zona y quedé prendado del solitario y agreste paisaje donde se asienta este vestigio de la época glaciar.
Entonces existían
pocas publicaciones de guías y recorridos de montaña y las pocas que había no
eran muy concretas. Lo mismo digo de los planos, casi todo se reducía a los del
Servicio Geográfico del Ejercito, muy buenos en lo relativo a planimetría y curvas
de nivel, pero pobres en toponimia y señalización de senderos.
Este pequeño ibón,
ensombrecido por su próximo y visitado hermano mayor, el Ibón de Estanés, ha
sido ignorado y "maltratado" en muchas de las publicaciones que surgieron en lo
que yo denomino " la Edad de los Libros de Montaña" refiriéndome a
esa época de donde pasamos del " nada" al "todo" y
surgieron libros y guías de itinerarios como setas.
Como muestra un
botón, en la guía montañera Ibones y Lagos , casi no hace
mención a su existencia en detrimento a otros menos curiosos e importantes como
el Ibón Viejo del Valle de los Sarrios, que más que un ibón es un humedal. Una
injusticia, que puede ser que lo haya dejado apartado de visitas y degradación.
En lo mejor de los
casos en planos y croquis, estos se limitaban a dibujarlo como un pequeñísimo
circulito azul, perdido entre un sinfín de apretadas curvas de nivel de la
vertiente norte de Bernera.
Con estas premisas,
Eli y yo decidimos hacerle una visita y ver su estado actual, que temíamos no
gozara de muy buena salud, dado a la escasez de precipitaciones y las elevadas
temperaturas de este verano.
Iniciamos la ruta
muy tempranito en el aparcamiento de Sansanet, situado en el lado francés del
Puerto de Somport. Es temprano y casi no hay coches, y los pocos que
encontramos por supuesto son franceses, que si son amantes de comenzar las
rutas muy tempranito.
En poco tiempo
llegamos al desvío de la Cabaña de Escurets y tomamos dirección al Ibón de
Estanés, nuestro regreso por haremos en circular por el Pas de l'Echelle y
senda a la Cabaña de Escurets.
El itinerario a
Estanés es sencillo y super marcado, no en vano es una ruta estival habitual y
es recorrido por numerosas personas en época veraniega, hoy no encontramos a
casi nadie.
Este recorrido lo
tenemos muy trillado, pues es una zona que nos gusta mucho, sobre todo en
invierno y fuera de épocas de aglomeraciones.
Como siempre la
primera vista del Ibón de Estanés sorprende, en un gran lago de montaña,
enclavado en un lugar idílico, no en vano es uno de los lugares más visitados
de la zona.
Bordeamos el ibón
por su orilla sur, siguiendo las marcas del recorrido GR-11, que en la
actualidad discurre por otro lugar, conservándose este trazado como variante.
La senda va tomando
altura, sorteando afloramientos rocosos y algún tramo pendiente, pero siempre
teniendo a la vista la masa de agua de Estanés.
Cuando la senda se
aparta del ibón en busca de una canal que sube con fuerte pendiente, la
seguimos, dejando a la derecha otro sendero, que nos conduciría al mismo lugar
donde nos dirigimos, acortando un poco el recorrido.
Nuestro sendero
llega a un cruce, el ramal a la izquierda se dirige al Valle de los Sarrios y
el que seguimos nosotros, hacia el Puerto de Escalé y Aguas Tuertas.
Por los canchales
que se encuentran por encima nuestra, numerosos rebaños de sarrios recorren
pedreras y resaltes, ofreciéndonos un espectáculo precioso.
A nuestra izquierda
aparece un sendero que con unas zetas se dirige hacia un pequeño collado
situado por encima nuestra. Abandonamos el Gr y seguimos en sendero. Rodeados
de sarrios vamos ganando altura y traspasamos el collado.
A partir de aquí,
tendremos que estar atentos a los mojones que de tanto en tanto se dejan ver,
ya que la senda se pierde en alguna ocasión.
Se nos abre el
paisaje y tras pasar un segundo collado, ante nosotros aparece una larga
diagonal que atraviesa la falda norte de la Sierra de Bernera, cruzando
canchales con diversas tonalidades de roca.
Desviamos la vista
a la derecha y al fondo descubrimos la gran cuenca que alberga el Valle de
Aguas Tuertas, otra joya de la Jacetania.
Seguimos la larga
diagonal y sin rastro del ibón, sobre nuestras cabezas la línea de crestas de
Bernera se perfila, adoptando caprichosas formas.
Cuando estamos en
las inmediaciones de la Brecha de Secús o la Portaza, y debajo de una gran
cantalera, aparece el esquivo ibón. Esta reducido a su mínima expresión. Una
ínfima lámina de agua arrinconada en la cubeta que alberga al ibón, es lo único
que queda de las caloradas de este verano y la ausencia de precipitaciones. A
los negacionistas del cambio climático, les convendría darse un paseo por esta
zona.
Al fondo los tonos
ocres y rojizos del Barranco de la Rueda, la Peña Marcanton y el Puerto de
Achert, contrastan con los claroscuros de la Sierra de Bernera.
Después de observar
con un poco de tristeza al triste destino del Ibón de Orná, emprendemos el
regreso. Hace bastante viento y la vuelta la queremos hacer por otro itinerario
distinto. Una zona denominada las Cabretas, un terreno complicado y sin
señalización, lo que hará que estemos atentos al plano y a la ruta que
previamente había marcado en el GPS.
A resguardo del
viento hacemos una parada para tomar un bocado y estudiar el terreno. A lo
lejos apreciamos por donde podría discurrir la senda que sube a Escalé desde
Aguas Tuertas y con esta referencia iniciamos la marcha.
Vamos sorteando
resaltes rocosos y buscando el mejor paso. Cuando nos vamos acercando al Puerto
de Escalé, aparecen varios mojones que nos indican que vamos por buen camino y nos
llevan al sendero que se dirige hacia Estanés.
Una vez en la senda
la seguimos hasta que cambia hacia el sur, aquí la abandonamos y nos dirigimos
hacia una pequeña cala del Ibón donde seguimos la senda que lo va bordeando y
nos conduce hasta la presa de su extremo norte. Esta presa, curiosamente, aunque
esté situado en territorio español, abastece de energía a la Central Eléctrica
de Estaens, situada en territorio francés. hay publicaciones francesas que
atribuyen la titularidad española de Estanés, como " una anomalía de
frontera".
Desde aquí tomamos
en sendero del Pas de l'Echelle que en fuerte bajada nos introduce en territorio
francés. La senda no tiene dificultad, ya que la zona complicada está protegida
por unas pasarelas y una escala que dan nombre al paso.
Aquí precisamente
nos encontramos a dos parejas de jóvenes que tienen problemas para hacer pasar
a sus perros por la escala. No sé quién estaba más espantado, si los pobre
perros o sus jóvenes amos. Después de darles algunas indicaciones y ayudarlos
con los pobres animales, lo consiguen y respiran aliviado.
Nos despedimos y
continuamos el recorrido. La senda inicia una fuerte bajada hacia el bosque de
Espelunguere, un bosque precioso con unas vistas del Vallée d'Aspe , el Acué y
el paso de Gabedaille o Escalé de Aguas Tuertas impresionantes. Una vez pasado
el bosque y en el fondo del valle llegamos a un desvío, marcado con un poste.
Este nos indica la dirección de Ibón de Estanés y cabaña de Escurets, es la que
tomamos.
Iniciamos un
ascenso para ir bordeando el Mallo Maspetre y seguir una larga diagonal que nos
conduce hasta la Cabaña de Escurets. Vamos recorriendo el interior del Bosque
de las Hayas, que parece un bosque encantado, soledad y silencio nos acompañan.
Cuando llegamos a las inmediaciones de la cabaña, el bosque se aclara y se
intuye la cercanía de la carretera que baja del Somport Aquí ya encontramos el
itinerario que seguimos al comienzo de la ruta y que nos llevará hasta el
aparcamiento de Sansanet, que ha sido nuestro comienzo y fin del recorrido.
Una bonita ruta con el aliciente de visitar un recóndito lugar perdido entre montañas.
Merece la pena visitarlo.
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