jueves, 27 de noviembre de 2014

LOS MALLOS DE LECHERIN 2.542 m





Una curiosa cima de aspecto inexpugnable


Si recorres la Bal d'Aisa hasta su cabecera y continuas hasta los manantiales de Riguelo, sube la mirada hacia el N.O  y apreciaras al fondo sobresaliendo a la derecha del Pico de Lecherin, también conocido como Pico de la Garganta de Borau y la aguja característica del Pico Riguelo , un torreón  de roca que parece inexpugnable. Es como un castillo cortado a pico por todos sus lados y que queda unido al collado de Lecherines por una delgada y accidentada arista que roca que parece que se va a caer en cualquier momento….me refiero a la inconfundible silueta de los Mallos de Lecherines ( 2.452 m).

Esta cumbre, que no pasa desapercibida para algunos, pero es a menudo es eclipsada por la proximidad de sus “ hermanas mayores” , las reinas de la Bal d'Aisa:…  Llena del Bozo, Llena de la Garganta, el Aspe  y los Picos de Borau.
Modesta cima , es disimulada a veces por la proximidad de picos de mayor altitud, de mayor renombre, pero no de mayor  dificultad. Su ascensión y la belleza de su itinerario no tiene nada que envidiar a las demás . Es poco frecuentada, no se si porque su silueta impone respeto o temor  o por que, la calidad de su roca, en alguna vía,  deja mucho que desear;  podríamos decir que es una cumbre “para coleccionistas” y yo soy uno de ellos.

Sus cuatro vertientes están surcadas por profundas y verticales chimeneas  y/o diedros, de dificultad variable y en las que el uso de la cuerda y elementos de seguro son necesarios.
Solo tiene un punto de acceso de dificultad moderada y es su vía normal , la chimenea Faus (P.D.) que discurre por su cara N.E.
Aunque se cree que ya fue ascendida por pastores de la zona, lleva el nombre de Agustin Faus, pionero del alpinismo español, escritor y periodista catalán que ya hace muchas décadas se afincó en el Pirineo Aragonés y que junto a Ponte, Moreno y Somoza, recorrieron la cresta Norte hasta la cima de los Mallos, corria el año 1945.

Cincuenta años más tarde tuve el honor de poder participar y ser componente de  una de las cordadas que junto a Agustín rememoraron aquella histórica escalada y que estaba formada  varios miembros  del GMAM de la EMMOE y del GREIM de la Guardia Civil de  Jaca. Cuando recorríamos la rota y afilada cresta, equipados con pies de gato, friends, fisureros……, pensé … con los medios de aquella  época….ya se la curraron, ya,… caray con los pioneros… ¡¡¡




He vuelto a realizar la ascensión en varias ocasiones y sin ser una actividad difícil requiere conocer el itinerario y prestar un poco de atención, ya que fuera de vía la roca es de mala calidad y el itinerario  expuesto. Hay gente que sube sin hacer uso de cuerda, pero lo más recomendable es utilizarla y poner algún seguro intermedio ya que hay evidente  riesgo de caída de piedras, sobre todo en el fondo de las chimeneas y en las repisas . 

Para bajar, lo más seguro y cómodo es montar dos rapeles en algunas de las  reuniones que están montadas, dos en roca con cintas y otra en la cumbre con una triangulación de tres spits, que ya hace años instale  en sustitución de un clavo “piojoso” que daba un poco de yu-yu.

La vía discurre a la derecha de una visible grieta, la chimenea E., hace años la escale junto con mi amigo y compañero Tomás Rodríguez y de la que no pudimos salir a cumbre debido al  mal estado de su roca y por las humedades que presentaba.

Esta vez me toca subir con Eli y con nuestros amigos Josep María y Anna.  Ayer fuimos al castillo d’Acher y disfrutamos de un día magnífico en una cumbre pintoresca, las vistas fueron espectaculares con unos paisajes otoñales que hicieron las delicias de  nuestros ojos y cámaras fotográficas.
No quería dar por concluido el fin de semana sin llevarles a otra cima con encanto que estaba seguro que haría honor a mis alabanzas… y así fue.




Iniciamos la jornada bien temprano, en esta época del año acorta el día  y la actividad de hoy  es larga. Dejamos el coche al final de la pista que sube de la población de Aisa y acaba en una cleta junto a un pequeño aparcamiento al final del asfalto. Antes la pista terminaba aquí, pero ya hace unos años continuaron su trazado con un firme encementado, supongo que para facilitar la labor de los ganaderos que en el verano suben a pastar sus rebaños a las zonas del Nazapal y Riguelo, en esta última parte , la circulación está restringida.

Cogemos el itinerario hacia el fondo del valle, por la citada pista, hasta cruzar el rio y seguir la senda que se dirige por la loma sur que baja del Pico de Aspe, a la izquierda dejamos el refugio del Nazapal. Este itinerario es común para acceder tanto a la Garganta de Aisa, el Collado del Bozo y los Picos de Aspe, Llena de la Garganta y Bozo. En un momento y señalizado por un rotulo nos desviamos hacia el N.E, por una senda que nos conduce a los manantiales del Riguelo,  surgencia de agua que junto  al Bco. que lleva su nombre, da caudal al rio Estarrun. La senda está muy marcada y no tiene pérdida y además esta balizada con las señales rojas-blancas de GR. En una zona plana, abandonamos la senda que sube hacia el paso de la Garganta de Aisa y nos dirigimos hacia el Este en busca de la vaguada que baja del Collado de la Magdalena, que es nuestro destino intermedio. La senda va ganando altura y dejamos abajo el refugio de Riguelo, que no es más que una cabaña de pastores. Cruzamos el barranco que baja de la Magdalena y en varios zig-zags ganamos altura hasta llegar al collado. A nuestra derecha  aparece una pista forestal , es la pista de las Blancas que se coge en el collado de Aratorés, en  la carretera de Villa Juanita a Borau y Aisa. En esta antigua pista militar que acaba en el cercano Refugio Lopez Huici, el transito está restringido, debiendo solicitar permiso en el Ayuntamiento de Borau.


Unos metros más adelante del Collado, se encuentra el antiguo refugio militar Tcol. López Huici, hoy propiedad del Ayto. de Borau y que es base de operaciones de la Federación Aragonesa de Espeleología en sus campañas de verano en la zona. Hay que decir que estos lugares están repletos de simas y cavidades que albergan uno de los sistemas subterráneos más grandes del país cuya exploración que todavía no ha terminado. El refugio libre se encuentra en un estado deplorable, por más esfuerzos que ha realizado la FAM, el Ayuntamiento y la Escuela de M. de Montaña de Jaca, siempre hay algún o algunos vándalos que se empeñan en ensuciarlo y destrozarlo. Que pena ¡ yo he llegado a conocer este refugio con equipamiento completo, cocina, instalación eléctrica de baterías y hasta con comida que dejábamos cuando subíamos para hacer prácticas con la EMMOE.
Realizamos un pequeño alto para hacer un tentempié y recobrar fuerzas , a la vez que explico a Eli, Josep María y Anna, el rosario de  cumbres que salpican  el horizonte y que tantos recuerdos me traen de ascensiones y aventuras vividas en la época de mi vida que transcurrió entre estas montañas del Pirineo Aragonés.

Nos ponemos en marcha para afrontar la parte más dura del recorrido, se trata de superar los más de trescientos metros de desnivel en una fortísima pendiente y que nos llevarán a la base rocosa de los Mallos Lecherines.
Hay que tomárselo con calma y buscar el mejor camino, ya que en esta zona no existe señalización y cada uno se busca su mejor opción. A la hora de subir hay dos posibles itinerarios, uno más corto pero con más pendiente que sube directo a la izquierda de la gran pala que baja de la zona del Pico Lecherín y que discurre muy pegado a la muralla rocosa de los Mallos y el Pico Riguelo. El  otro,  más largo y suave, cruza en diagonal la fuerte pendiente en busca de una especie de vaguada que sube hacia el collado de los Lecherines. Nosotros subiremos por el primero para bajar por la segundo.
Poco a poco vamos remontando la pendiente en busca de una especie de brecha que aparece a nuestra izquierda y que entre derrubios de roca nos acerca a la base de la pared. Desde aquí ya se deja ver el itinerario marcado con algún que  otro mojón que puede orientar a los que no conocen el camino.






Nos dirigimos a la derecha de una marcada chimenea, justamente al comienzo de una canal que se enfila a buscar el espolón rocoso que baja de la cumbre de este primer mallo. Al pie de canal nos equipamos, casco y arnés a la vez que sacamos la cuerda.




Comienzo a trepar en busca de una reunión que se encuentra a unos  veinticinco metros por encima de nosotros y que está montada en una roca, así evito el fondo de la canal donde la roca está más suelta y hay peligro de hacer volar piedras. Observo que este primer resalte (II-II+) se podría evitar  subiendo por unas gradas que se encuentran mas a la izquierda, pero a mí me gusta  esta trepada. A continuación sube Anna y Josep María y al final Eli, recogiendo el material, se le da bien esto de trepa , quien diría que la operaron de una mano hace menos de  un año.

Una vez los cuatro en la repisa de la reunión, ataco el segundo y último largo, que con una  largo de cuerda de cuarenta nos dejará en la cumbre. Es la zona más bonita de la ascensión, subimos por una pared de buena roca y de  excelentes y numerosas presas (II+-III)  y vamos a la búsqueda de una chimenea que se empotra entre los dos mallos. Aquí observamos una profunda sima que se abre al costado de la grieta por la que subimos. En la grieta,  en una roca hay instalada una reunión con varios cintajos. Unos metros más arriba ya a la salida de la chimenea , está instalada  la última reunión de  tres spits, donde aseguro al resto del grupo. Es una trepada muy asequible y que en ningún momento pasa de III, salvo en algún punto que si te desvías puede alcanzar el III+.

Poco a poco van subiendo el resto, tranquilos, disfrutando de la trepada y del paisaje, que es magnífico. Al fondo, en la cresta de los Picos de Borau, observamos un grupo, el único que veremos en las cimas de estas montañas en el día de hoy.






La cumbre de los Malllos es espectacular, varios torreones de roca  unidos entre si y alguno de ellos separados por grietas o brechas. Para acceder a sus cumbres, hay que destrepar y volver a trepar. En la cima donde nos encontramos, podremos observar una curiosidad, si miramos la roca que forma la cumbre, se asemeja a un pavimento adoquinado, como si pisáramos algún antiguo callejón de pueblo….una curiosidad más que no depara esta curiosa cima.

Después de descansar un poco, admirar el paisaje y hacer un sinfín de fotos, toca bajar. Compruebo el anclaje de los tres spits, no presenta ningún deterioro y se precia firme, hace ya años que lo instalé a golpe de buril y aquí continúa, inspecciono los cordinos que unen la triangulación, están en perfecto estado y los mallones no presentan ningún tipo de deterioro.  Doy por buena la instalación y monto el rapel, espero que aguante algún tiempo más hasta que se cambie por una de parabolts….






Con un rapel de 40 metros alcanzamos la primera reunión de la repisa y con otro de 20 metros estamos en el suelo. Recogemos el equipo y comemos, ya era hora….estamos en un buen sitio, soleado, a resguardo de la fina brisa que se ha levantado y con un paisaje de montañas a nuestra vista. Un lugar estupendo para devorar con ganas un par de bocatas.
Tenemos que bajar ya, son las tres pasadas y todavía nos quedan muchos metros de desnivel de bajada, en apenas tres horas empezará a oscurecer y queremos estar ya en el coche.


La bajada la hacemos rápida, a Eli y a  Anna, parece que les han dado cuerda, en un momento se encuentran muchos metros de desnivel por debajo de nosotros. Josep  María y yo vamos más tranquilos. A lo lejos sntimos las voces que nos dan  una pareja que bajan del Pico Lecherin y que  nos solicitan información sobre la vía de subida a los Mallos, les indicamos el comienzo y les digo si llevan cuerda, no sé lo que me contestan, pero dudan y luego se dirigen a la brecha…..tienen intención de subir. Bueno si van sin cuerda, apuraran mucho, sobre todo a la bajada y ya se hace tarde para embarcarse. Hay gente para todo.




En un momento estamos en la Magdalena y con buen paso iniciamos el descenso hacia el fondo del valle. El sol se va poniendo y las cimas de la Bal d’Aisa van cambiando de tonalidades. Cuando nos queremos dar cuenta ya estamos en la loma herbosa que baja del Aspe y que algunos rezagados, de una larga jornada montañera , recorren en busca de sus vehículos.


Con curiosidad, alegría y nostalgia doy una última mirada a los ya lejanos Mallos, como despidiéndome y con la remota esperanza de volver algún día a pisar sus cumbres en compañía de otras personas  a los que seguro  enamoraran, como ya lo hicieron conmigo.
Hasta pronto. 

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