viernes, 13 de septiembre de 2019

El Bunker de Secús . Una historia de la " Linea P".


 Mapa de los bunkeres de la Linea P en el Pirineo
Mapa de los bunkeres de la Linea P en el Pirineo

                                     
La Línea P

Era 1939, la Guerra Civil española había terminado, pero en el resto de Europa se preparaban para la inminente llegada de la II Guerra Mundial. Las tropas alemanas se extendían por todo Europa sin freno hasta que la URSS y EE. UU entraron en el conflicto.
Dentro de la cúpula del todavía inestable gobierno franquista apareció la preocupación de que este freno al nazismo buscara invadir también la península ibérica para derrocar a Franco. Así pues, se comenzó a diseñar una fortificación a lo largo de todos los Pirineos que evitara entradas de los países aliados en España.




De esta manera se desarrolló la Línea P (de Pirineos), un proyecto de 10.000 búnkeres que cubrían todo el territorio fronterizo con Francia, desde Gipuzkoa hasta Girona. El primer plan de fortificación se desarrolló en Cataluña en 1940, pero cuatro años más tarde, los maquis invadieron la Val d´Arán, al otro lado de la frontera natural, lo que hizo que se corroborara la idea de fortificar toda la cordillera.

Tras este suceso en Vielha, la obra se inició de inmediato, construyéndose entre 1944 y 1959 unos 6.000 búnkeres de los 10.000 proyectados inicialmente. Estas estaciones defensivas, que nunca se llegaron a utilizar, fueron la construcción defensiva más extensa de Europa tras el final de la Segunda Guerra Mundial.




El tramo aragonés, desde Zuriza hasta Benasque, se dividió en tres regiones militares, que a su vez se dividieron en sectores denominados Núcleos de Resistencia. Numerados del 101 al 120, dieron lugar a 20 núcleos, con una serie de búnkeres cada uno para vigilancia de la frontera. Sin embargo, la orografía hizo que la provincia de Huesca fuera la región que proporcionalmente menos búnkeres tenía, ya que las escarpadas cumbres en muchos casos actuaban a modo de muralla natural.




Por ello, la intervención se centró en los pasos más accesibles para cruzar la frontera, ya fuera a pie, como en Zuriza, en el valle de Ansó; en los alrededores de Guarrinza para controlar el transitado paso del Puerto del Palo, en el Valle de Hecho; o la zona del puente Cuberre hasta el Hospital, en Benasque. También para controlar el acceso por carretera y red ferroviaria, como en Canfranc y la zona de Rioseta, en la cabecera del río Aragón; en Santa Elena, en pleno Valle de Tena; o en la zona de Bielsa, para controlar el acceso a los valles de Torla, Gistaín y el resto del Sobrarbe.

Uno de los puntos neurálgicos de esta fortificación a gran escala fue la Estación Internacional de Canfranc. Aquí se instaló el centro de control del valle del Aragón, donde se alojaban los soldados encargados de la construcción y almacenaje de material.

Los Pirineos han servido, a lo largo de la historia y el presente, para establecer y delimitar la frontera natural entre España y Francia. Y una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, este temor a lo que pudiera venir llevó a erigir en nuestro país la mayor obra de fortificación militar construida en Europa.

Finalmente, los Aliados no intervinieron en España, pero se llegaron a construir unas 6.000 estaciones defensivas que nunca fueron utilizadas, en lo que fue la línea defensiva más grande construida en Europa después de la Segunda Guerra Mundial
y la más grande desarrollada en España. Todavía hoy está Línea P está llena de interrogantes, secretos e historias por contar...

¿Os imagináis...?


 El Bunker de Secús.




Desde hace mucho tiempo, cada vez que, hacia una ascensión o recorrido por esta zona, siempre me habían llamado la atención tres agujeros simétricos que existían bajo la misma cima del pico Secús.


Pero siempre la cosa había quedado en la duda..." la próxima vez que suba, voy y los miro”, pero nunca me venía bien o me cogían a desmano.






Hace unos meses, volví a repasar la libreta de " asuntos pendientes" y elegí...El Castillo de Acher, por la chimenea Ledormeur, una vía se ascensión a la que me unía un asunto personal y una obligación que estaba ligada a mi afición a la Historia del Pirineismo. Pero esto os lo contaré en otro post.

Desde el Collado del Barcal, volví a mirar al Secús y como en un " dejà vu"...allí estaban las cuevas...

Después de bajar del Castillo y emprender el regreso, me hice una promesa... volveré e iré a visitarlas. Dicho esto, iniciamos la bajada por el Barcal hacia el coche, pero en mi ya existía la convicción y seguridad que la próxima vez, sí que sería cierto...





Un mes más tarde nos encontrábamos Eli y yo en el Puerto de Acher, justo debajo del pico Secús y a pocos metros de desnivel de las citadas cuevas.




Previamente, había comenzado a investigar que podrían haber dado origen a estos agujeros, que tenían toda la pinta de haber sido hechos por la mano del hombre, ya que naturales ...tres, simétricos y tan perfectos era poco menos imposible.





Comencé a indagar por internet, publicaciones y guías, pero nada en concreto...podrían ser bocas de minas, prospecciones, catas, refugio de pastores.  Me decanté por la posibilidad de minas y encontré información de las que habían existido en Guarrinza y zonas cercanas. Había información pero no muy detallada y aunque hablaban de las existentes en el barranco del Barcal y en la zona de la Peña de Mercantón, el lugar estaba distante del pico Secús y no había certeza de su existencia, ya que no se localizaron sus bocas de entrada.

Pregunté a personas conocedoras de la zona, ente ellos mi amigo y compañero Guía de Montaña Tomás Rodriguez y gracias a él me hice con alguna foto con detalle del lugar y me proporcionó información que me corroboraba que eran oquedades artificiales... ¿pero en busca de qué? ¿qué clase de prospección?

Un día leyendo una web dedicada a la Línea P, encontré algo de información que indicaba que podrían ser almacenes o lugares para guardar víveres y munición de una posible posición defensiva que había en la zona...

Se me encendió una luz...conocía la historia de la Línea P del Pirineo y en ocasiones había visto, encontrado y visitado alguna de sus obras defensivas que normalmente se localizan en cabeceras de valles y puntos de paso obligado y estratégicos.
Pero, ¿qué hacía " una posición " a casi 2.300 m en plenas montañas del Pirineo Aragonés...?

Esto avivó aún más mi curiosidad...



Los últimos metros de la pendiente de cascajo y piedra que da acceso a las cuevas, se hacía dura de caminar, la vista de los tres negros agujeros que se alzaban unos metros por encima de nuestras cabezas alentaba nuestro lento caminar. Además, el sol que nos veía de cara no ayudaba mucho y nos " enlluernava" como decía Eli.




Pero allí nos encontrábamos… por fin después de tanto tiempo, podía contemplar, tocar e incluso entrar en sus oquedades.






No son muy profundas, un par de metros a lo sumo. Piedra caliza y viva, picada y en la que había señales de haber utilizado algún barreno. Por lo demás, nada más ...tres agujeros limpios y sin ningún tipo de señal que diera pistas de su uso...














Bueno ya estaba, después de un rato de inspeccionarlas, fotografiarlas y marcar su posición en el GPS, iniciamos la ascensión de los últimos metros que nos separaban del Pico Secús.





La vista desde la cima es soberbia, a nuestra espalda el imponente Bisaurín con su agreste cara norte.







Delante de nosotros, la esbelta figura del Castillo de Acher, con su muralla y la ruta de acceso de la vía normal. También, si fijabas la vista y adivinabas por donde discurría la vía, se intuía la chimenea Ledormeur, una estrecha grieta en medio de su proa Este.
Luego un rosario de cumbres de la zona Zuriza y Pirineo Francés que atiborraron nuestra tarjeta de memoria de la cámara de fotos y de las retinas de nuestros ojos.




Después de las fotos de rigor, nos regalamos un merecido tentempié, que bien nos lo habíamos ganado.






Mientras charlábamos y comíamos el bocadillo, jirones de nubes que venían del norte, iban envolviendo y desvistiendo las cimas, crestas y valles cercanos. Miraba hacia abajo, al barranco de la Rueda o de la Roya, como viene en algún plano y algo me llamó la atención, pero en esta ocasión no me había traído los prismáticos que suelo llevar en muchas ocasiones. Entre el ir y venir de la niebla había algo en un espolón rocoso que no me cuadraba, demasiado perfecto para ser natural y una forma artificial para estar en ese espolón rocoso.





Le pedí a Eli la cámara de fotos, a ver si con el “tele” podía ver algo más concreto. Puse el zoom a tope, pero no acababa de adivinar que era esa forma. Hice un par de fotos.
Era hora de bajar, nos quedaban casi tres horas hasta llegar al vehículo y a la vuelta quería tomar otro camino diferente que el de la subida, por lo tanto, apresuramos el paso.




Cuando estábamos debajo de las cuevas le comenté a Eli, que querría acercarme al espolón rocoso a investigar la extraña forma rocosa. Nos salimos de la senda y caminamos por una cresta rocosa de tierra y pizarra rojiza y bastante escarpada, la niebla le daba un aspecto un poco fantasmagórico.








Llegamos al final del espolón y entonces es cuando lo vi...allí colgado sobre el cortado apareció una construcción de mampostería y hormigón...allí estaba el famoso Búnker de Secús.






Elevado sobre el final del espolón, estaba casi colgado sobre el barranco. Presentaba una entrada no muy grande y bastante bien camuflada sobre el terreno. Por cubierta tenía una plataforma de cemento cubierta por tierra y piedras del mismo color que del terreno, lo que lo hace casi invisible desde el aire.






Me introduje en el interior, hay un pasadizo y una pequeña sala nada mas entrar. Su tronera esta tapiada y no hay luz, debía ser un emplazamiento para arma ligera (ametralladora) o puesto de observación. Al final del pasadizo también a la izquierda había otra pequeña sala con una tronera tapada y una tronera alargada que estaba descubierta y por donde penetraba la luz y daba vistas hacia el noreste.
Después de hacer fotos y un par de vídeos salí del búnker.








Desde su emplazamiento la vista era soberbia, era un excelente punto de observación de la zona y sobre todo de la cresta fronteriza con Francia que discurre encima de Aguas Tuertas, controlando el Collado de Acué, Coll d'Arlet y el Paso de Escalé.









Después de estar un rato inspeccionándolo por sus cuatro costados, decidimos volver y nos dirigimos de nuevo hacia el Achar de Secús, para iniciar el descenso.






Mientras bajamos por el PR, cuyas marcas habíamos encontrado, por mi cabeza pasaban todas las imágenes del día...El Castillo , El Achar, las Cuevas, la cima de Secús, la niebla haciendo de las suyas, el Búnker...y me imaginaba la vida del pequeño destacamento de militares haciendo guardia y vida en ese lugar ...a casi 2.300 m de altitud y echando un pulso diario con la montaña y los elementos...



Y mi imaginación empezó a volar...



Relato corto.
Historia del Centinela de las nubes. 
( Si quieres leerlo, mandame un mensaje)























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